Primer Movimiento

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Después de un largo tiempo son escribirte, vuelvo a vos como si necesitara algo. Y es que tu me devuelves la melodía, la noción de que los días pasan y yo me alejo de ellos sin darme cuenta.
Quiero que sepas que aún te sigo esperando como el día en que dijiste que los retornos no eran seguros, que preferías los encuentros o, por alguna razón que desconozco, las llamadas con menos de quince segundos de duración.
Te recuerdo que conmigo esperan los cafés y los días verde-azulados que tantas veces te prometí, hoy llegaron con mas ancias que estuvieras aquí que cuando estabas aquí.
Aún guardo el silencio que me regalas todos los días, el palpitar incansable de los viernes sin tarde, el olor de lo ajeno, de la ausencia, del cuestionar.
Alguna vez creí escuchar que decías que pensarías en mi, que por más terco y loco que fuera no olvidarías que aún te iría a esperar, a buscar entre lo sucio y lo húmedo del viento de ciudad; ahora soy yo el que promete pensarte y guardarme en las rendijas con poca luz, en los letreros de una vía, en mi cobija.
Te extraño sin tiempo, sin reloj, sin días, sin extrañarte; te pienso en los sueños de soñar despierto, en un querer sin pesar, en tí, en mí.
Te escribo y lo volveré a hacer, y aunque no me leas sé que por ahí debes estar.

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