Creo que la parte más difícil de escribir, para mí, es el comienzo; siempre me estanco pensando en cómo puedo empezar a decir lo que hoy tengo para hacerlo. Y después de romper y tachar unas cuantas frases vuelvo siempre al mismo lugar: a un no-escribir continuo.
Quise saber el por qué de mi insistencia, yo mismo me doy cuenta que hay ratos en los que no funciona el decirte algo y lo hago por... quizás por costumbre.
La cosa es que siempre que escribo termino por acordarme de ti, termino escribiéndote, terminas poseyéndome y robándote la última palabra de cada línea que escribo.
Hay ratos, en que es tan grande el motivo para dedicarte otra de estas cartas, que me llevas a pensar que no soy yo quien escribe, y esque me envuelves, me quitas lo que en realidad te pertenece y creo quererte un poco más.
Te has vuelto pieza fundamental en mi juego, la más importante razón para creer que puedo tenerte y que te pertenezco ni como a mi mismo. Pero hoy sólo pienso en arrancarte la piel, en borrar esta noche en la que se que volverás. Hoy no quiero recordar tu nombre, es un día en el que me produces las más grande desilución, y olvidarte no sería suficiente esta vez.
Quisiera poder avisarte que hoy no estoy para vos, que mis manos se cansaron de escribirte, hoy termino por botarte como se bota algo que no quieres volver a ver; y si pudiera olvidaría hasta los mejores recuerdos que tengo de ti.
Mañana volverás, me querrás, y te querré sabiendo que tu eres mi única y yo sólo soy uno más.
Tu presencia me impulsa a escribir tu nombre: soledad.
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